Madre Trinidad:
Infancia, Confirmación y Primera Comunión.
La madre Trinidad nació en Monachil el 28 de enero de 1879, dos días después recibió el agua bautismal en la parroquia de la Encarnación. En el registro civil le pusieron el nombre de Mercedes y al ser bautizada le añadieron el de Juliana. Mercedes ocupaba el cuarto lugar de los once hijos que le nacieron al matrimonio. El nacimiento vino como algo providencial por ser la primera niña del matrimonio después de tres varones. Esto hizo que el carácter inquieto, travieso e ingenuo de Mercedes se avivase y trajese a mal traer a la madre, que era la que menos la mimaba, y que necesitase la ayuda de la abuela para su educación.
En este ambiente familiar Mercedes vivió una infancia feliz de la que hace referencia muchos años después:
“Mi niñez fue deliciosa, me sentía amada de cuantos me rodeaban…”
En la forma de actuar de Mercedes se empieza a ver un carácter firme, seguro, dispuesto siempre para luchar, para conseguir lo que se proponía. Por ello no es extraño que al quedar huérfana de madre a la edad de 9 años quisiera suplir en todo a la madre perdida y así pretendió ponerse al frente de la casa, atender a su padre y cuidar de sus hermanos menores.
Empezaba a nacer en ella un sentido de responsabilidad maternal, de entrega generosa, de servicio, de suplir las carencias de los demás, algo que mas tarde le tocó practicar con creces en sus larga vida de religiosa y especialmente en los años difíciles de fundadora.
Según iban creciendo Mercedes y su hermana menor Pepita, los padres pensaron llevarlas al internado del Colegio de Santo Domingo de Granada con el fin de que estudiasen para profesoras cuando tuviesen edad. Pero doña Filomena decidió que se quedasen en casa y ocuparse personalmente de educarlas hasta que alcanzase una mayor edad, incluso la formación o preparación para la Primera Comunión no la confió a nadie, quiso ella preparar personalmente a sus pequeñas con la ayuda de su sobrino Antolín y el padre Hitos.
Estos años infantiles, con especial connotación la formación y el clima familiar, marcaron fuertemente a Mercedes, que lo recuerda posteriormente, siendo ya religiosa y fundadora, con satisfacción y agrado, como un gran don de Dios al que debe responder con santidad de vida:
“Padre mío, mi santa madre y abuelita me enseñaron a amar a Dios desde antes de conocerle. Le oí decir a mi madre: “Os he enseñado a Dios antes que supierais hablar.”
CONFIRMACIÓN
Era costumbre por aquellos años administrar el sacramento de la Confirmación a los niños y adultos que no lo había recibido, en las visitas pastorales de los obispos a las parroquias. No se tenía en cuenta la edad, ni solía haber preparación especial para ello, formaba parte de la visita y se cumplía para que los feligreses recibiesen este sacramento. A Mercedes la confirmó el Arzobispo de Granada Mons. José Moreno Mazón, el día de la Ascensión, un 22 de mayo del 1885.
Pila bautismal y Mercedes el día de su Primera Comunión.
COMUNIÓN
El día señalado fue el domingo de la Pascua del Espíritu Santo de 1887, que ese año cayó el 29 de mayo. Tenía entonces Mercedes ocho años. Junto con ella la hacía su hermana Pepita, un año menor. El día de la Comunión fue para Mercedes un día grande, intensamente vivido con la inocencia e ingenuidad de niña.
En este día, se abrió una nueva etapa en su vida, empezó en ella ya desde este momento el deseo de estar con Jesús, amarle, llevarle niños al sagrario. Así cogía las luciérnagas, esos gusanillos que brillan en la noche, y acudía a su madre diciéndole: “mamá yo querría ser como este gusanito en la llave del sagrario, para que todos los niños que viniesen a buscarme entrarlos dentro y decirles cuánto Jesús los ama.”
Era el comienzo de una vida que más tarde se entregaría de lleno a adorar a Jesús sacramentado y llevarle almas que le adorasen.