Así llamaba muchas veces Madre Trinidad a sus hijas… Para ella son sus «pequeñas florecillas menuditas y de exquisito aroma en conventos como verdaderos jardines, donde Jesús venga a recrearse en las virtudes de cada una… que como flores perfumadas den recreo y consolación al Corazón adorable de nuestro Soberano Rey y Señor, Esposo de nuestra alma…».
En un mundo donde la comunicación era más tangible y personal que en la actualidad, las cartas se convirtieron en el medio favorito para expresar sentimientos profundos, pensamientos íntimos y lazos familiares. En los siguientes textos, exploraremos algunos extractos conmovedores de cartas enviadas entre 1931 y 1937 a diferentes hermanas, que revelan no solo la relación entrañable entre ellas, sino también el amor incondicional que las unía.
«Como una buena vieja rezadora y llorona he pasado la mañana junto al altar de nuestra capilla y allí ¡qué confortado y alegre se sentía mi espíritu!… Me parecía que el Hijo y la Madre me depachaban favorable por importuna… y ya toda alegre le prometí que este mes le cubriríamos el altar de flores y perfumes… y le preguntaba: Madre mía, ¿cuál son las que más te agradan? ¡Dímelo Madre mía! que yo les comunicaré tus impresiones y muy atenta aplicaba el oído del alma y mi espíritu todo quería coger las impresiones más íntimas del Corazón Purísimo de nuestra Madre Santísima, y me pareció que de mi M. Vicaria cogía los claveles, de mi M. Consuelo las azucenas, de mi sor Adoración los nardos, de mi sor Sacramento la rosa encendida, de mi sor Carmen los alelíes, de mi sor Teresita las margaritas, de mi sor Celina la violetica, de mi sor Víctima los jacintos, de mi sor Lurdes cinamomos, de mi sor Fátima las celindas, de mi sor Pura los pensamientos, de mi sor Magdalena siempre vivas, a mi sor Soledad los lirios, a mi sor Amada la magnolia y de mi sor Sacramento coronarias, de mi sor A. amapolas y mi sor Dolores eliotropo; mucha pequeñas florecillas menuditas y de exquisito aroma; sembrar el Altar de la Santísima Virgen de preciosas flores, llevárselas frescas y perfumadas!… Ella os las pide, su Hijo santísimo disfrutará al par de ellas y su perfume a medida del fervor y pureza de intención que llevéis a su Madre alcanzaréis dé gracias a vuestra madrecita y hermanas que tanto sufren…».
«… Corra mi amadísima hija a esta dulce invitación del celestial Esposo, que tanto la ama, pídale con humildad y constancia, cuide él mismo de su viña querida, que le dé fuentes de agua cristalina para regar su jardín… y detenga el aire aquilón que seca todas las plantas. ¡Mándame el viento del mediodía que fertilice la tierra de mi corazón con el amor a vos!
Es cuanto deseo y pido al Corazón Eucarístico de Jesús con toda mi alma, que en mi juicio pueda presentarle las almas que me dio, para que conmigo bajo el amparo del manto purísimo de María Santísima, nuestra dulce madre, nos formásemos para ser como ella, perfectas adoradoras en la tierra a Jesús Sacramentado como los ángeles le adoran en el cielo. Que él nos fortalezca y bendiga, desea vuestra pobre madre y esclava». (Madre Trinidad Carreras Hitos)