San Pablo, en su Epístola a los Colosenses, 3: 3, utiliza esta elocuente expresión, que me ha servido para titular el amplio estudio introductorio sobre “Cinco siglos de literatura espiritual en Granada con voz de mujer” que encabeza mi reciente libro “Las venas de los lirios”. De místicas, visionarias y santas vivas en la literatura de Granada (ss. XVI-XX)1, donde intento sacar a la luz un riquísimo patrimonio espiritual, pero también cultural, histórico y literario que, por desgracia, ha permanecido durante demasiado tiempo en el olvido: escondido a los ojos y al conocimiento de todos, excepto una escasa minoría.
La historiadora Asunción Lavrin afirma atinadamente que “La escritura de mujeres religiosas no es un cielo negro con algunas estrellas fugaces. Es más bien todo el universo”. Y es que, en efecto, hasta hace muy poco tiempo ese campo de estudios ha parecido centrarse en unas escasas -si bien deslumbrantes- estrellas fugaces. Pero lo cierto es que, a poco que se profundice en ese terreno, se hace evidente que nos encontramos ante un panorama complejo, poliédrico y extremadamente rico, que quisiera contribuir a dar a conocer a un público más amplio.
Y en el proceso de investigación destinado a sacar a la luz ese riquísimo patrimonio fue cuando me encontré con la impactante y carismática figura de la Madre Trinidad del Purísimo Corazón de María, cuyo nombre en el siglo fue Mercedes Carreras Hitos, fundadora de la Congregación de las Esclavas de la Eucaristía y de la Madre de Dios, hoy fecundamente extendida por Europa, América, África y Asia.
“Las venas de los lirios”. De místicas, visionarias y santas vivas en la literatura de Granada (ss. XVI-XX), libro en el que dedico un capítulo a la figura de la Madre Trinidad Carreras Hitos, además de contextualizarla, en el amplio estudio introductorio del libro, dentro del ámbito de la literatura religiosa femenina.
Nacida en el pequeño pueblo granadino de Monachil, recibiría de su madre, fallecida prematuramente, la mejor de las herencias, puesto que le legó tanto el don de la escritura, como una intensa fe. Al quedar huérfana, su abuela materna decide ingresar para su educación a Mercedes y a su hermana menor en el convento de clarisas de Santa Inés. Los cuatro años que allí permanece hace que vaya surgiendo en su alma la vocación religiosa que pronto se consolidará. Cuando cuenta tan sólo con once años y medio se entrega por completo a quien ya considera su único Amado; y más adelante, recordará con estas hermosas palabras aquel momento crucial: “…al llegar al antecoro, un cuadro del Sagrado Corazón que [allí] había, me pareció verlo iluminado y el Corazón entre llamas como una hoguera y sentía una abstracción tan fuerte que subiéndome sobre una silla o no sé cómo conseguí poner mis labios en aquel Corazón todo inflamado. Quedé embriagada en aquel fuego tan ardiente que me consagré a él para siempre, haciéndole voto de castidad”.
Tras salir de Santa Inés, Mercedes decide consagrarse definitivamente a Dios en el convento que tenía fama de mayor austeridad y observancia de toda Granada, como era el de las Clarisas Capuchinas de San Antón, donde inicia el postulantado en agosto de 1893. Como quiera que la mayor parte de las monjas eran ya ancianas y en buena parte enfermas, a Mercedes le tocará desempeñar duros trabajos, a pesar de que su salud era frágil, sufriendo frecuentes quebrantos, que la acompañarían toda su vida. Ante la dificultad de las pruebas afrontadas ella siempre encuentra sus momentos de mayor consuelo ante el Sagrario. Tras denodados obstáculos tomará el hábito el 21 de noviembre de 1896, con el nombre de sor Trinidad del Purísimo Corazón de María.
Bellísima fotografía de Mercedes Carreras Hitos, ataviada como Esposa de Cristo en el decisivo momento de sus esponsales, que me facilitó amablemente Sor Irene Labraga, y que está reproducida en el estudio introductorio de mi libro.
Los años de vivencia religiosa en el convento le hacen cobrar conciencia de cumplir con una necesidad que para ella se convierte en vital, como es la de implantar la adoración permanente de la Eucaristía, que se acrecienta con sucesivas visiones que la asaltan entre 1912 y 1916. Como quiera que, a pesar de que será elegida abadesa tanto en 1908 como en 1920, no consigue convencer a la Comunidad de seguirla en su propósito, finalmente, y bajo la dirección del arzobispo de Granada, Vicente Casanova y Marzol, Mercedes Carreras acabará constituyendo la ya citada nueva fundación en abril de 1925, que inicia con el número simbólico de doce religiosas, y que tendrá sus comienzos en la cercana localidad de Chauchina, para pronto extenderse al municipio almeriense de Berja. Consagrando su carisma bajo la denominación de Esclavas de las Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios, pronto Mercedes Carreras -Madre Trinidad- decidirá dedicar una especial atención a la educación de niños y jóvenes, en atención, sobre todo, a las muchas niñas sin recursos que había en la época. Su Congregación, por tanto, conjugará adoración contemplativa y apostolado activo, basado sobre todo en la educación.
Durante la Guerra Civil, la Madre Trinidad refugia a su Congregación en Portugal, donde poco antes ha fundado una Casa en Braga, lo que potenciará la extensión de la misma por el país luso. Después vendrán las fundaciones de Italia, seguidas por otras en diversos lugares del continente americano.
Mercedes Carreras fallecería finalmente de cáncer el 15 de abril de 1949, dejando por escrito el relato de su vida, así como más de dos mil cartas. Sus discípulas recogieron los valiosos escritos salidos de su pluma que se han conservado, publicando una serie de ocho volúmenes, que contienen textos de tan bella altura mística como el siguiente, de resonancias teresianas (varios de dichos textos han sido de igual modo reproducidos en mi libro, para contribuir al conocimiento y difusión de su obra entre los lectores) y con el que ponemos el adecuado broche final a este breve artículo:
Como un dardo de fuego, que salía de aquel Corazón divino, pasó mi corazón con tanta fuerza de amor, que quedé embriagada y fuera de mí, toda abrasada de amor. Lo que entonces sintió mi pobre alma no pude expresarlo a pesar de ser interrogada por una santa y venerable religiosa que me cogió del suelo creyéndome muerta…¡y estaba viva! Jesús dulcísimo dio a mi alma néctar dulcísimo… y con su Sangre purísima me embriagó en amores divinos que en muchos años [no] pude olvidar, siendo mi alegría y dicha el padecer y morir en cruz como el Amor de mi alma.
1El libro ha sido publicado en Londres, por la editorial académica SPLASH (Spanish, Portuguese and Latin American Studies in the Humanities), por lo que tan sólo puede ser adquirido a través de Amazon, en el siguiente enlace: https://www.amazon.es/Las-Venas-los-Lirios-Visionarias/dp/1912399334
Amelina Correa Ramón
Universidad de Granada