¡Paz y Bien!
Granada, 15 de julio de 1933.
A mis amadas hijas en Jesús Sacramentado, RR. MM. Abadesa y Vicarias, y todas mis hijas de Chauchina y de Berja. Les deseo paz, amor y caridad en nuestro divino Jesús Sacramentado. Amadísimas en Jesús mis hijas del alma: Me pedíais (todas) noticias de nuestro viaje, y no siéndome posible contestar a cada una, a vuestras cariñosas cartas, he pensado escribiros a todas en esta libreta, que compro en Granada, para anotar las cosas que merezcan llevar a la Crónica de nuestras fundaciones. Así os lo diré todo aquí, y las encargadas de la Crónica tomarán lo que convenga, y lo que no, deseo os dé algún aliento y ayuda para santificaros, que es el único deseo de mi alma, que todas mis capuchinas adoradoras beban en esas tres hermosas fuentes de la adoración, oración y oficio divino, la vida y fortaleza para seguir el camino, hasta la cumbre… ¡hasta el cielo!
Llegamos el viernes 14 a Granada, después de 8 horas de penoso viaje, pues madre Patrocinio y yo, todo el camino mareadas, madre Paz muy fuertecilla y doña Rosa tan cariñosa y amable como siempre para nosotras. ¡El Señor sea bendito que tanta misericordia y amor derrocha con sus capuchinas! Al llegar a Granada con nuestras maletas, llegamos a casa de señorita Sofía, donde deseábamos descansar, y hacía dos días marchó a Madrid.
Cargamos las maletas, llegamos a casa de Carmencita Arjona; su buena madre cariñosísima, no pudo recibirnos con más bondad, pero no era allí donde quería el Señor que descansáramos. Por último llegamos a casa de las señoras tías de don José López, y allí encontramos la casa abierta, llenas de caridad; nos hospedamos las tres, comimos y descansamos muy bien.
El mismo coche llevó a sor Adora a Chauchina, acompañada de doña Rosa, que tan cariñosa y complacida volvió de vuestras caridades. ¡El Señor sea bendito! Al día siguiente comulgamos y oímos la santa misa en los Hospitalicos, y después de desayunar nos fuimos a las Esclavas para quedar allí los días que fuesen necesarios para ver al médico y visitar al señor Obispo, a quien deseábamos exponer nuestro plan y recibir sus santos consejos y bendición.
Ya ven, mis amadas hijas, cómo el Señor bendijo nuestros buenos deseos… y sigue acompañándonos como Padre amorosísimo que lleva en sus divinos brazos sus pequeñas hijas. Ya en otras os seguiré dando cuenta de todo. Al reverendo padre Luis, de Adra, decirle cuánto sentimos no poder llegar a visitarle, ya lo haremos a nuestro regreso, si Dios quiere. Saluden al padre Capellán y a todos cuantos pregunten por nosotras, y piensen, hijas mías, que vamos todas confiadas en vuestras oraciones.
Sólo deseo cumplir la voluntad de Dios que me empuja… sin la cual no podría mi corazón hacer ciertos sacrificios superiores a nuestras fuerzas. La última mirada a esos benditos santuarios de nuestra madre bendita de Gádor y de los Dolores… parecía sentir un aliento y fe que fortalecía mi debilidad, que fue mucha, tuve momentos horribles, hasta que Jesús se posesionó de mi corazón y me fortaleció… repitiendo con san Pablo: «Todo lo puedo en Dios» (Flp 4,13). Que el Señor os conceda todo su amor y gracia para más amarle y servirle con entusiasmo y alegría, y el Seráfico padre os dé su santa bendición, como de corazón os envía vuestra menor hermana y amantísima madre en Jesús, humilde esclava de María Santísima.
Sor Trinidad del Corazón de María, abadesa.