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«Te deseo el mayor amor de Dios posible y serás feliz«.

¡AY MADRE!: EL AGUJERO

Antonia no tardó en hacer las maletas y ponerlas junto a la puerta de salida, la señora de la casa extendió su mano dándome unas monedas, y asintiendo con la cabeza me agradecía mi favor. Antonia me abría la puerta en señal de despedida y todo indicaba, que no iría con ellas a Madrid como me había imaginado. Salí de aquel lugar sin saber qué hacer, y me puse a caminar adentrándome en el bosque nuevamente. Miré mi mano y el total que tenía en ella era de 75 céntimos, tres monedas de 25 céntimos cada una, con un agujero en medio…

¡Aaahhhhh!

Gritaba mientras caía por un hoyo que no vi en el suelo, de tal profundidad que me dio tiempo a pensar, “anda mira, como en Alicia en el país de las maravillas”. El hueco fue estrechándose hasta quedarme encajada poco antes de caer al suelo, miraba abajo y vi cenizas, madera quemada y brasas, ¡Una chimenea! ¿Pero cómo…? ¡Chssss! Se oye una voz…

¡Venid conmigo! Decía una voz de mujer.

¡Sí, sor María Rosa! Replicaban las voces de unas niñas.

La puerta se cierra, parece que la zona está despejada.

Como pude me desencajé de allí y caí sobre los restos apagados de la lumbre. Sacudí mi ropa y al mirar alrededor pude ver sillas, una mesa con un papel escrito, un tintero, pluma…

“Granada, Santa Inés, septiembre 12 de 1889

Nuestro querido primo Antolín:

Tardas tanto en venir que mi Mercedes se pone triste; vino Manuel y Carlos a despedirse… “

 

¡¿Cómo?! ¡¿Granada?! ¿¡¡¡1889!!!? ¿Pero no estábamos en 1932? ¡¿Y en Almería!? Respire intentando poner en orden mi cabeza. Santa Inés… Santa Inés… 1889… ¡Mercedes! ¡Estoy en el colegio de Santa Inés en 1889, cuando Madre Trinidad aún era niña y su nombre era Mercedes! ¡¡Ayyy Madre!!

¿Y ahora? ¿Cómo salgo de aquí? Mis ropas no corresponden a la época y voy a llamar la atención. Abrí la puerta de forma que yo podía ver sin que me vieran, todo estaba limpio, no había rastro humano a la vista, salí. Con paso apresurado por un pasillo, sin saber dónde ir, tuve que esconderme tras una puerta, escuchaba voces de niñas que se acercaban. El habitáculo donde me encontraba, servía para guardar cubos metálicos, trapos y ropas con las que trabajar en la limpieza. No dudé y me puse sobre lo que llevaba, aquello que iba encontrando. Salí acelerada y tras caminar unos pasos percibí nuevas voces, tuve que meterme detrás de otra puerta… ¡Qué grata sorpresa lo que me encontré! ¡Era una capilla preciosa! Rauda me agaché, había dos niñas que sostenían lo que parecía un Niño Jesús en brazos, una monja apareció también en escena. Reprendía a aquellas niñas, parece ser que habían entrado en la capilla y cogido sin permiso al Niño Jesús de los brazos de la Virgen. “Lo sentimos mucho sor Rosa” decía la más mayor de las pequeñas. La monja puso aquel bebe en los brazos de su Santa Madre, se giró y agachándose hasta la altura de las niñas dijo:

Hijita, sé muy fiel al Señor y entrégate a la Virgen Santísima para que ella te eduque y dirija junto a Jesús y te enseñe a vivir y morir en la cruz.

Besó en la frente a la mayor de las niñas, le dio a que besase el escapulario que llevaba, y mientras abandonaban aquel santo lugar, ella, la más grande, manifestó: “Quiero ser monja y nadie me arrancará de aquí”.

Mi piel se erizó, un escalofrío recorrió mi espalda a la vez que mis ojos se llenaban de lágrimas al darme cuenta lo que significaba aquella escena.

“Estoy deseando ser mayor, para ser novicia y usted mi maestra”.   – Decía la chiquilla.

“No, hija mía, tú no eres para nosotras, el Señor tiene ya preparado otro convento para ti cuando seas grande” -Respondió son Rosa, como si conociera el futuro por llegar de aquella inocente criatura.

Esperé a que se fueran y me reincorporé. Al ponerme de pie se me cayeron los céntimos que me habían obsequiado, percatándome que había perdido uno de ellos. ¿Pero dónde? ¡Tenía que recupéralo! Si alguien de 1889 se encontrase una moneda del año 1932… ¡No sé qué pasaría! Pero las películas de viajes en el tiempo lo dejan bien claro ¿verdad? ¡Hay que recuperarla!

Continuará…

Causa Madre Trinidad Carreras

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