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Literatura

VIDA DE MADRE TRINIDAD PASO A PASO VIII: NOVICIADO

A la toma de hábito Mercedes, ya con el nombre de sor Trinidad del Purísimo Corazón de María, inició el año canónico del noviciado.

El noviciado, es una primera etapa de la formación de las personas que ingresan a una orden o congregación religiosa, tanto masculinas como femeninas. El aspirante a la vida religiosa, va conociendo mejor la vida dentro de esa orden o comunidad: el carisma. Es un tiempo, sin duda, de crecimiento intelectual, pero sobre todo espiritual.

Su alma estaba gozosa y tranquila al haber conseguido entrar en la primera etapa de su vida religiosa. Tenía el hábito que durante tres años y cuatro meses estuvo esperando con suma inquietud. Empezaba a sentirse ya verdadera esposa de Cristo, aunque sabía que todavía le quedaba un año de prueba para alcanzar la profesión que la consagraría total y para siempre a su amado Esposo.

Durante este año de noviciado, sor Trinidad se entregó de lleno a una oración intensa e ininterrumpida, que nacía en la intimidad con Jesús sacramentado, en aquella tribuna de los muebles viejos desde donde veía el sagrario, pues como novicia solo podía entrar en el coro durante los actos comunitarios; y después continuaba esta oración en el servicio a la comunidad.

En esa oración, en la que se abstraía de todo lo terreno para encontrarse toda y sola con Jesús sacramentado, su Amado, pasaba todo el tiempo del día y de la noche que podía. Era su adoración en la que pedía por los demás, se sentía y se ofrecía como víctima por los que ofendían a Jesús y hacía sus propósitos de llevarle almas para que le adorasen. Nacía así en esos coloquios, ya desde el noviciado, lo que más tarde sería su vida y su obra.

Esta fuerte oración la llevaba a las ocupaciones conventuales con la mayor naturalidad y sencillez. Veía en los trabajos, la voluntad divina que le pedía, le animaba y le ayudaba a realizarlos, y por eso, como un acto de amor continuado de aquel de su adoración, se entregaba a servir a la comunidad en la que veía a Dios y en ella le amaba.

Siempre estaba muy ocupada por ser la única joven de la comunidad, a las tareas más cotidianas como son barrer o fregar, se añadía la ayuda a otros servicios, cuyas encargadas la requerían. Trabajar en la enfermería era otro de sus trabajos preferidos, pues sentía atender a Cristo en las ancianas y enfermas, que no faltaban en aquel convento de personal envejecido.

Haciendo referencia a la labor en la enfermería durante su noviciado, y al impulso que le movía a realizarlo, escribe muchos años después, hacia el año 1942, las siguientes líneas: “Cuando me siento próxima a morir, me viene a la memoria la doctrina de san Pablo que desde el noviciado me aconsejaba aquella santa madre maestra sor Antonia cuando me veía deseosa de director, me decía: “Tome su caridad de director a san Pablo y la enseñará mucho, y preparará su alma para el amor que Jesucristo nuestro Señor pide de su corazón de leoncilla”.

“Esto, creo, me decía por el deseo vehemente que sentía en servir a las enfermas y ancianas necesitadas de consuelo y ayuda, y ellas tan fervorosas me agradecían aquellos pequeños servicios con oraciones, que me hacían verlo en cada enferma a Jesucristo paciente, y me encendía en fervor cuando me hablaban de Dios nuestro Señor.

Así pasó nuestra protagonista su noviciado, cansada por sus quehaceres, pero más prendida de Amor por su Amado.

Causa Madre Trinidad Carreras

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