El Monasterio de MM. Capuchinas de Chauchina y Madre Trinidad
En estas fechas en las que la Iglesia Universal, recorre el camino de encuentro con Jesús en su Pasión y Resurrección, queremos compartiros este relato que hemos encontrado en Internet acerca de la primera fundación de Madre Trinidad. Las hermanas Capuchinas que habitan hoy Chauchina, siguen manteniendo esa llama adoradora ante el Santísimo Sacramento, cumpliendo así las peticiones de Nuestra Señora del Rosario y Madre Trinidad, obteniendo para nuestra humanidad gracias muy especiales, junto con las hermanas son muchos los seglares, vecinos de Chauchina y devotos que acuden de toda España y de otros países, para rezar en su capilla.
El 11 de abril de 1925, Sábado Santo, el Cardenal de Granada, junto con su clero reciben en Chauchina a la Madre Trinidad que junto con otras 11 monjas vienen a iniciar la vida recoleta de las Capuchinas en la ermita de la Virgen del Espino, convertido desde entonces en Santuario Monasterio.
En Chauchina (Granada, España), el 9 de abril de 1906, a una virtuosa anciana llamada Rosario Granados Martin, apoyada en el respaldo de una silla, por no poder caminar de otra manera, se dirigía muy de mañana a las afueras del poblado para curarse las llagas purulentas que hace mas de tres años padecía en la pierna y cuyo estado nauseabundo obligaba a huir de ella a cuantas personas la encontraban. Abrumada iba la triste anciana, cuando vio que hacia ella venia una dama enlutada, llevando en sus manos un modesto rosario negro, la cual detúvose a preguntarle qué le sucedía. Contestóle Rosario que estaba casi desesperada, porque ni Dios ni la Virgen se dignaban oírla. Mandóle entonces la Señora que siguiera sus pasos hacia el cementerio, oído lo cual, la anciana soltó la silla que le servia de sostén y con gran agilidad, que sorprendió a los que la vieron, siguió a la Señora por la angosta vereda, hasta llegar a un arroyo donde la Señora le dio la mano para ayudarle a pasar y como Rosario alargase la suya para asir la de la Señora, un joven que la vio en tal actitud, juzgó que estaba loca. Una vecina de las ultimas casas del pueblo la invitó a descansar y como rehusara hacerlo por ir siguiendo a una Señora de «ojos hermosísimos y cara llena de gracia «, la tomó por ilusa.
Llegó por fin al cementerio y la Señora enlutada le dijo con acento de compasión y tristeza «Oremos por los desgraciados del mundo que no temen la Divina Justicia «. En seguida y puestas ambas de rodillas en el umbral del cementerio, comenzaron el rezo del rosario observando la anciana la reverencia y devoción con que la Señora pronunciaba el nombre de Dios Padre. No había terminado el rosario, cuando la anciana sintióse adormecida por dulcísimo éxtasis, a cuyo despertar se sintió completamente curada. Corrió presurosa preguntando por la Señora y nadie supo darle razón de ella. Conmovióse el pueblo a la vista de la prodigiosa curación, la prensa granadina comentó el hecho, al parecer milagroso y Chauchina y los pueblos comarcanos se persuadieron de que la misteriosa enlutada fue la Santísima Virgen, conocida bajo la advocación del Pincho, por el espino junto al cual se apareció primeramente y de los Dolores, por las negras vestiduras que llevaba la misteriosa aparecida.
Una pobre estampa, rodeada de rústicas piedras, fue el primer monumento que la piadosa gratitud de Rosario levantó a la Santísima Virgen. Un piadoso matrimonio levantó una capilla espléndidamente dotada para el culto; y junto a esa capilla ya ampliada porque era incapaz de contener las multitudes que en fervorosas romerías acuden de muchos pueblos, se levanta la esbelta silueta de un monasterio de Capuchinas, llevado allí por la piedad del Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo, D. Vicente Casanova y Marzal, para que adorando al Santísimo Sacramento y viviendo en perpetua oración y penitencia por los pecados del mundo, cumpliesen los deseos de la Santísima Virgen. En efecto, antes de morir manifestó Rosario a un Padre Capuchino que la Santísima Virgen le había dicho: «Quiero que en este lugar se dé culto al Santísimo Sacramento, por religiosas franciscanas».
Sólo a la Iglesia compete definir la verdad sobrenatural de esta aparición; pero al ver el «divino crescendo.’ de la fe, de las buenas costumbres y la generosidad con que los fieles contribuyen al esplendor del culto a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen, no podemos menos de confesar que parece que Dios quiere que lo que fue al principio humilde estampita y luego pequeña capilla, se convierta pronto en famoso santuario donde los pueblos respiren el espíritu de adoración y penitencia que ha de salvar al mundo.
Rosario Granados Martín es una mujer sencilla que nació en Chauchina el 25 de abril de 1839, el 4 de abril de 1859 contraerá matrimonio con Manuel de Cantos Romero, muy pronto quedará viuda con 3 hijos: José, Diego y Francisco, a los que procuraba educar cristianamente y daba buenos ejemplos, enseñándoles las oraciones y la práctica de la caridad cristiana.
Cuando uno se pregunta ¿Qué ha visto Dios en Rosario para ejercer sobre ella sus Misericordias? Rosario tuvo en su vida una ocasión de ejercitar en grado heroico el mandamiento del Señor de perdonar, lo vamos a reflejar aquí: Unos años antes de la aparición, uno de sus hijos es asesinado por un hombre en la taberna de Arenas del Rey, pueblo de Granada donde Rosario y sus hijos viven como porteros de un cortijo o finca. El asesino escapando de la justicia se esconde precisamente en casa de Rosario, él dice a Rosario que en una riña ha matado a un hombre y que lo quieren ahora matar a él, Rosario esconde a este hombre, al poco rato llega el otro hijo de Rosario comunicando la muerte de su hermano y Rosario en lugar de delatar al hombre se lamenta diciéndole una vez que su hijo se ha marchado en su búsqueda: «Ya ves lo que has hecho… pero yo no te denunciaré… te perdono… También la Virgen perdonó a los verdugos de su Hijo en el Calvario… Anda, y que Dios te acompañe por el mundo…». Incluso Rosario le da de comer.
No tardó el asesino en ser apresado. Rosario, pensando que él tendría madre, rogaba al Señor que no se viera obligado a testificar contra él ante un tribunal. Y su oración fue atendida: Ocho días antes de la fecha señalada para el juicio, fallecía el homicida, dando muestras de sincero arrepentimiento.
Esto es lo que consiguen los santos, así obran los Santos. Con el paso de los años Rosario vuelve a Chauchina, es una abuela enferma a la que ha salido unas llagas purulentas en el año 1903, de las que hablábamos anteriormente, y las que va a curar la Stma. Virgen. Estas llagas hacen que el dueño de la casa donde viven su hijo Francisco, con su esposa e hijos, (Rosario vive con ellos), no quiere por el «mal olor que producen las llagas» tener a Rosario, y la incita a que ser marche o echará a todos de la casa. Esto ocasiona una pena terrible a Rosario, es cuando está en esta situación que se produce la aparición de la Virgen el 9 de abril de 1906.
Rosario es una mujer que lleva una vida ordinaria y profundamente religiosa, cumple fielmente sus deberes religiosos en la parroquia, reza, especialmente cuando sobreviene una de esas penas o disgustos familiares, que no pueden faltar en las casas de los pobres; reza, también especialmente, a la Santísima Virgen, Nuestra Señora de los Dolores… Rosario es cristiana; nada más que eso. Pero también… ¡nada menos que eso: cristiana!
Rosario ayuda a su nuera Magdalena en los trabajos de la casa y en la crianza de los niños que le van naciendo; atiende a los pobres que pasan, pidiendo un pedazo de pan, así como también a los vecinos o vecinas que necesitan unas palabras de consuelo, unas muestras de cariño; y mantiene trato amistoso con todas sus vecinas y personas del pueblo que hablan muy bien de ella, como una mujer sencilla, una anciana que pasa desapercibida, pero sienten que tiene algo… ¡tiene una profunda vivencia de Dios en medio de la sencillez. Por eso va a ser a esta mujer a la que va a elegir la Stma. Virgen.
Todos los que la recuerdan dicen en el proceso sobre las Apariciones: era humilde, muy caritativa y muy piadosa… Seguía cumpliendo sus quehaceres domésticos, y nadie recuerda una palabra de Rosario o un gesto, que descubriera complacencia propia por haber recibido la visita de la que humildemente llamaba Señora desconocida o buena Mujer. Varias personas le habían ofrecido dinero para aliviarle la pobreza familiar en que vivía; pero ella no lo aceptaba.
Así, se acomodaba también al noble deseo de su hijo Francisco, que le dijo cuando marcho a Buenos Aires (Argentina): «Madre, no acepte usted dinero por haber visto a la Virgen; que nadie se piense que hacemos un negocio con la religión». Jamás la religión fue un negocio para Rosario ni para su familia, fue, eso sí, el supremo valor de toda la vida. Por eso, dedicaba sus ratos libres a rezar, ya solitaria en su pequeña habitación, ya en la Iglesia parroquial. A todos impresiona como reza el Rosario a la Virgen.
Todos coinciden en decir que Rosario estaba siempre apacible, con el mismo estado de ánimo, bondadosa, sin enfadarse nunca… siempre hablaba de la Virgen, enseñaba a los niños a rezar y decía a las niñas que no jugaran con los chicos y daba muy buenos consejos.
Rosario no murió de enfermedad, sino de vejez, muere el 24 de septiembre de1921, es enterrada en el Cementerio y 40 años después de su muerte sus restos se trasladan a la cripta que, con permiso del Sr. Arzobispo de Granada, se le construyó junto al Camarín de la Virgen en la Iglesia conventual. He aquí lo que está inscrito en la lápida de su sepulcro actual, donde sus restos esperan la Resurrección de la Carne:
AQUÍ REPOSAN LOS RESTOS MORTALES DE ROSARIO GRANADOS MARTÍN, CURADA MILAGROSAMENTE POR LA STMA. VIRGEN EL DIA 9 DE ABRIL DE AÑO 1906. MURIÓ SANTAMENTE EL DIA 24 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 1921 A LOS 82 AÑOS DE EDAD. SUS RESTOS MORTALES SE TRASLADARON A ESTA CRIPTA EL DIA 30 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 1961.
Como en otras apariciones la Virgen en Chauchina también dio un secreto a Rosario. ¿En que consistió este secreto? Una amiga de Rosario y vecina de Chauchina, de edad aproximadamente igual a la de Rosario, llamada Angeles Diaz García nos cuenta que Rosario le confío que había recibido de la Señora enlutada que vio el lunes santo del 1906 una confidencia misteriosa que debía guardar en secreto. Más adelante en 1921, Rosario se siente agotada y próxima a morir. Un sobrino suyo la visita y oyó este ruego: «Que venga mi confesor, el padre Francisco de Sevilla – capuchino que vive en Granada – pues tengo que comunicarle una cosa antes de morir». El sobrino sale en seguida hacia Granada, para ir al convento de los padres Capuchinos y buscar al Padre Francisco.
Mas no necesitó ir al convento, ni siquiera detenerse en Granada. La suave providencia de Dios dispuso que cuando su tranvía llegaba a la que entonces llamaban Estación de Andaluces, viese que en aquel momento el Padre Francisco de Sevilla acababa de llegar en tren. Le expone los deseos de Rosario, y el caritativo fraile, en vez de ir a su convento, toma el primer tranvía que sale para Chauchina; entra en casa de la enferma; la oye en confesión y recibe el secreto con permiso de comunicarle después de que ella fallezca.
Aquel secreto contenía una profecía, un anuncio para el tiempo futuro:
«EN EL LUGAR DEL ESPINO DONDE FUE LA PRIMERA APARICIÓN, SE EDIFICARA UNA CASA DE ORACIÓN Y PENITENCIA, UN MONASTERIO DE RELIGIOSAS FRANCISCANAS QUE ADORARAN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO».
En el momento en el que Rosario hace esta confidencia parece algo totalmente imposible, pero la Providencia va preparando el camino y hará posible que esta fundación se realice.
Coincide que la que entonces que en el Monasterio de las Capuchinas de San Antón (Granada capital), era abadesa Sor Trinidad del Inmaculado Corazón de María, nuestra Madre Trinidad, devotísima como era de Jesús Sacramentado, se sentía inspirada por Dios a tener en la Iglesia de su comunidad el Santísimo Sacramento expuesto durante todo el día y adorado por las religiosas Capuchinas en turnos de una hora. Sus deseos fueron aprobados por el Cardenal Arzobispo de Granada, Monseñor Vicente Casanova y Marzol, sin embargo, no todas las Capuchinas de su comunidad veían con claridad ese deseo y proyecto de recargar la regla capuchina, ya muy austera por si misma…
Es entonces cuando el padre Francisco de Sevilla le sugiera la idea de ir a Chauchina, ya que la Virgen lo ha pedido y coincide la petición de la Virgen con la inspiración de la Madre Trinidad.
El 11 de abril de 1925, Sábado Santo, el Cardenal de Granada, junto con su clero reciben en Chauchina a Madre Trinidad que junto con otras 11 monjas vienen a iniciar la vida recoleta de las Capuchinas en la ermita de la Virgen del Espino, convertido desde entonces en Santuario Monasterio.